lunes, 26 de julio de 2010

Ser quien hay que ser

¿Acaso cuesta tanto ser quien de verdad se es? Claro que sí. Todos odiamos algo sobre nosotros mismos, en mi caso odio sentir calor, odio el olor de las granjas, odio ser quien tenga que cargar con todo lo que hago y lo que no, odio no ser quien debo ser, odio al odio, odio a la nada, odio al mismo cielo que me ofrece consuelo al verme sufrir. No parece ser tan tarde como creí, nací desorientada y así moriré. Venir a éste mundo es fácil, pasar por él te cuesta caídas, vergüenzas, heridas, lágrimas, sufrimiento, dolor, dudas y desamor, irte de él cuesta lo mismo que venir, es sólo un pasaje por un infierno para quienes son diferentes a los demás.
Me es imposible no ver hacia atrás, me es imposible contar las mentiras ya dichas y peor aún, nisiquiera puedo imaginar las que vendrán, es duro ver a alguien caer sin poder darle una mano ó siquiera lanzarle una soga, es duro ver a alguien ser dejado atrás, ver a alguien puesto a prueba teniendo terribles enfermedades, ver a alguien sufrir sin ser consolado, ver a alguien rechazado, pero así es éste mundo, siempre intentando encajar, cambiar, darte motivos para no perecer y al final todo se desvanece en un suspiro.
No hay por qué buscar, somos iguales, nos vemos igual que nuestro padre, nos vemos igual que nuestra madre, no hay necesidad de querer verse como alguien que nisiquiera sabe por convicción propia lo que es un hijo, un humano, un ser que tropieza, un ser necesitado, un ser que necesita llenar vacios dentro de él para sentirse satisfecho, un ser que nace para equivocarse y aprender, un ser que ríe, habla, piensa, ayuda, grita, llora cuando su alma se lo dicta, alguien que se pasa toda una vida encontrandose a él mismo, un ser débil, alguien como tú y yo... Éso es lo que hay que ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario