Somos como lápices, lapicillos de colores, cada uno con su manera y color de marcar y pintar al mundo, pero llega un momento donde la punta se acaba, probablemente se deba a tanto usarla, la hora de la verdad ha llegado: usar un sacapuntas.
Ya sé que va a doler muchísimo, casi puedo imaginar el suplicio de sentir que te cambian de forma tu hermosa punta que algún día llegó a marcar el libro que todos llamamos mundo, pero al final, pero ve el lado bueno: despúes de tanto sufrimiento la punta queda más afilada que antes, más conciente de cómo usarla y más hermosa.
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