domingo, 4 de julio de 2010

Cuando llegue la hora.

No importa qué día caiga, no importa la hora, no importa si es mañana o el siguiente fin de semana, pero eso sí, el día que yo me vaya de ésta vida no te lleves las manos a la cara y te remuerdas la conciencia, al contrario, levantate, llévate de la mano a los demás, pidele perdón a mi mamá por las veces que le quise fallar y dile a mi hermana que lea mis palabras en el viento cuando sople, si les desée el bien, ahora les deseo el doble porque sé que ya descansa éste corazón noble.

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