Por más que te busqué no te vi, ni te oí, estoy segura que has de estar por ahí, bien escondida, pero por ahí, sonriente como siempre, haciendo que valga la pena cada una de las gotas de mi tinta negra.
Y siempre que quiero por fin terminar, siempre me viene a la cabeza una frase más, pequeña, pero dice toda la verdad.
Ni te conozco pero ya te extraño, a lo mejor es el alivio que me daba verte cada ves que me sentía cansada.
Pero no me basta con plasmarlo aquí, sé que terminando voy a salir y volverme loca mientras le grito al viento lo mucho que te quiero, lo mucho que me dejas desesperada.
Ojalá y no termine rápido, todo a su tiempo, cada beso a su instante.
Me senté a pensar, me siento a imaginar: ¿Cómo seríamos tú y yo?
¿Qué hago entonces?
Canto, escribo, rezo y le hablo a la Luna. Le hablo de tí, las estrellas tintinean como si desesperadas esperaran a que les contara cómo nos conocimos y qué ropa llevabas, la Vía Láctea me ofreció ir por un vaso, llenarlo de leche y llevarte galletas también en un plato. Yo en lo personal prefiero llevarte dos cajitas de cristal: uno para guardar las cosas más importantes y el otro para que a todos lados del mundo a mi amor te puedas llevar.
Tú y yo.
¿Buena combinación?
Francamente no sé, pregúntale a tu corazón, él es quien el que mejor sabe tomar esa decisión.
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